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Podemos definir a los robots como máquinas capaces de llevar a cabo tareas complejas de forma autónoma o semiautónoma, controladas por un programa o instrucciones específicas. La principal diferencia entre los robots y otras máquinas automatizadas radica en que pueden percibir su entorno, procesar esa información y actuar en consecuencia. Además, los robots han de tener cierta capacidad de adaptación y reacción frente a variables externas.
Según sus aplicaciones, estructura, o nivel de autonomía podemos distinguir varios tipos de robots, como por ejemplo:
Entendemos por humanoides a los robots diseñados para imitar las características físicas y, en algunos casos, las conductas o capacidades cognitivas de los humanos. Generalmente, estos se desarrollan con un torso, extremidades y una cabeza que les permite realizar tareas y movimientos similares a los de una persona.
El diseño y funcionamiento de los humanoides buscan reproducir aspectos humanos no solo en la apariencia, sino también en sus habilidades, como la coordinación, el equilibrio y el reconocimiento de voz y emociones. Este tipo de robots puede tener aplicaciones en sectores como la industria, la atención médica, la educación y la asistencia doméstica, ya que algunos están programados para interactuar con el entorno y las personas de manera autónoma o semiautónoma.
Su diseño ha sido un área de investigación activa en robótica desde mediados del siglo XX, principalmente porque puede facilitar la interacción entre personas y máquinas. Robots como ASIMO de Honda, ATLAS de Boston Dynamics y Sophia de Hanson Robotics muestran cómo una apariencia y comportamiento humanoide pueden mejorar la comunicación y generar empatía.
Para comprender mejor la forma de comunicación e interacción entre humanos y robots, ha surgido la denominada Interacción Humano-Robot (Human-Robot Interaction, HRI) que tiene por objetivo facilitar una relación efectiva, segura y natural entre ambos. Este campo interdisciplinario involucra conocimientos de robótica, psicología, sociología, inteligencia artificial (IA) y diseño de interfaces, buscando que los robots entiendan y respondan adecuadamente a las acciones humanas, sus expresiones faciales, voz, gestos y comportamientos.
La apariencia humana en robots no es una necesidad en todos los contextos, pero en ciertos casos es un medio para mejorar la interacción humano-robot, haciendo que la tecnología sea más accesible y aceptable. Sin embargo, el diseño óptimo dependerá siempre del objetivo final: en ámbitos donde se requiera una interacción humana cercana, la apariencia humana aporta un valor significativo; mientras que, en entornos orientados a la eficiencia y productividad, el diseño debería priorizar la funcionalidad.
Por lo tanto, la respuesta a la pregunta que formulamos ha suscitado un profundo debate entre la comunidad científica e investigadora, por lo que no existe una respuesta clara. En última instancia, el diseño de un robot debería centrarse en cumplir de la mejor manera su función prevista, ya sea con una forma humana o con un enfoque puramente funcional. Por ello, la evolución de la robótica podría llevarnos a encontrar nuevos equilibrios, donde lo humano y lo eficiente coexistan en función de cada propósito. Sí es cierto que para aplicaciones que requieren interacción social, empatía y compañía, la forma humana añade valor. No obstante, en campos industriales o logísticos, los diseños funcionales y especializados son claramente superiores.
El desarrollo de humanoides presenta un futuro prometedor gracias en parte a los avances en IA, robótica y tecnologías sensoriales, lo que permitirá desempeñar roles clave en sectores como salud, educación, o exploración espacial. Su impacto social incluye la transformación laboral, con la automatización de tareas repetitivas, y el apoyo inclusivo a personas mayores o con discapacidades. Sin embargo, también se plantean desafíos éticos, legales y de aceptación social, como la regulación de su interacción con humanos y su sostenibilidad. Estas tecnologías prometen transformar la sociedad, aunque requieren un manejo cuidadoso que permita maximizar beneficios y reducir riesgos.
ARQUIMEA, desde su centro de investigaciones ubicado en Canarias cuenta con un orbital de investigación desde el que se apuesta por la robótica altamente dinámica y eficiente para la creación de tecnología enfocada en la interacción física humano-robot con aplicaciones en salud, movilidad, espacio, defensa o entretenimiento. Para ello, se aplica un enfoque de investigación multidisciplinar en líneas como actuadores robóticos para robots ágiles y eficientes, percepción y computación neuromórfica, o tecnología para aumentar las capacidades de transporte espacial, entre otras.
Recientemente, el orbital de Robótica ha presentado el fruto de sus investigaciones en la feria ICRA celebrada en Japón, a través de la línea de productos PULSAR HRI.
Además, todos los proyectos de ARQUIMEA Research Center pertenecen al proyecto QCIRCLE, cofinanciado por la Unión Europea y que tiene como objetivo la creación de un centro de excelencia científica en España.