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La preocupación por el fin de la presencia humana en los trabajos no es solo una cuestión del presente. Desde siempre, las nuevas tecnologías han vuelto obsoletos ciertos trabajos mientras daban lugar a otros nuevos. El principal problema es el tiempo que le lleva a una sociedad asimilar esos cambios ya que a menudo requiere de generaciones e incluso de cambios sociales, políticos y económicos importantes.
El gran problema de estos rápidos avances es que existe un tiempo de estabilización entre que unos trabajos desaparecen y se crean unos nuevos. Mientras que en las revoluciones anteriores la sociedad ha tenido generaciones completas para asimilar la llegada de nuevas profesiones, el desarrollo tecnológico propiciado por la IA es exponencial, lo que dificulta que la sociedad y los trabajadores puedan adaptarse a los cambios, quedando desactualizados de forma permanente.
El Internet lleva en nuestras vidas desde el inicio de los años 2000 y, aún hoy, seguimos viendo cómo, aunque los avances han sido enormes, continúa habiendo carencias en su integración en las administraciones públicas, en la adecuación de los servicios públicos y privados a nuestros mayores y niños, o en la cubertura en zonas rurales. Si no se trabaja activamente para evitarlo, con una visión de inclusividad y democratización de la tecnología, la revolución que implica la IA no hará más que aumentar la llamada brecha digital y con ello, las diferencias sociales.
Este hecho es un motivo de preocupación puesto que la aceleración del desarrollo tecnológico podría invalidar la idea de que las nuevas tecnologías destruyen empleos mientras crean nuevas profesiones, y que las sociedades y sus trabajadores terminan adaptándose.
Ante este escenario es importante que las empresas adopten una postura de IA responsable en sus negocios como, por ejemplo, la implantación de sistemas y aplicaciones de IA para amplificar las capacidades de empleados, no simplemente para reemplazarlos por una versión más barata de trabajador. Lo primero asegurará que la sociedad asimile más rápido y mejor estos cambios y que la empresa no solo aumente en velocidad y productividad, sino en la complejidad y calidad de los bienes y servicios que produce.
La convivencia de ambos garantizará actividades con unos resultados más avanzados y con mayor calidad, a un coste y en un tiempo que hasta la fecha eran imposibles. Con unas capacidades diferentes como las que ahora nos ofrece la IA, podremos abordar como empresa y como sociedad desafíos que hoy en día resultan inalcanzables por el tiempo y los recursos que implican.
La tendencia de la empresa siempre debe pasar por la apuesta y la inversión en innovación, y en un impacto positivo en la sociedad donde realiza su actividad. Esto implicará una visión responsable de la IA y trabajar activamente en un mundo donde estos algoritmos no reemplacen al ser humano, sino que lo amplifiquen.
En ARQUIMEA Research Center apostamos por la innovación y la Inteligencia Artificial para intentar dar respuesta a los grandes retos que plantea la sociedad, siempre con una visión tecnológica responsable que permita potenciar las capacidades de nuestros profesionales, a la par que multiplicar los bienes y servicios que ofrecemos con mayor calidad y rapidez.