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Los recursos hídricos de España se enfrentan a importantes retos en los próximos años. Según datos del Ministerio para la Transición Ecológica, en los próximos años el 74% del territorio español es susceptible de ser desertificado al tratarse de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas.
Debido a esta situación de escasez de agua, los expertos señalan la explotación de los recursos, especialmente en la agricultura, como una de las actividades principales sobre las que actuar con urgencia.
El gran grueso del consumo de agua en nuestro país proviene de la agricultura y la ganadería. Este sector, que consume más de 22.000 hectómetros cúbicos, es el responsable del 78% del uso consuntivo del agua del país.
En este sentido, la biotecnología y la digitalización se erigen como aspectos fundamentales para reducir el consumo hídrico y el desperdicio del agua en la agricultura y minimizar así su impacto medioambiental.
La conservación del agua que utilizamos para regadío es uno de los aspectos principales que podemos tratar para reducir el desperdicio de agua. Este agua generalmente se extrae de balsas y una de sus principales dificultades frente a los ríos o embalses es que se encuentra estancada, lo que aumenta el crecimiento de algas y hace que no sea recomendable su utilización para el regadío por su calidad deficiente.
La superficie del agua se cubre por las algas y no permite que el agua haga intercambio de oxígeno al estar en el medio, por lo que todo lo que está por debajo se pudre: es lo que se conoce como eutrofización del agua. Por tanto, utilizar un agua que contiene algas o con una calidad deficiente afectará directamente a la germinación y crecimiento de la planta o del cultivo, haciendo incluso que se pueda llegar a perder la producción. Además, afectará también al desperdicio, la mala gestión del agua o incluso a la obstrucción de los sistemas de riego.
Actualmente, para el tratamiento de estas aguas destinadas a regadío se emplean productos químicos como el permanganato potásico, incluso en agricultura ecológica, lo que obliga a los agricultores a esperar 30 días antes de poder emplear esa agua sobre sus cultivos. Por eso, es importante una prevención y tratamiento del agua mucho más sostenible y rentable para el agricultor.
Una alternativa sostenible e innovadora en la que trabaja ARQUIMEA son las soluciones basadas en microorganismos. Estos conjuntos de bacterias brindan a la planta todos los nutrientes que necesita para su bienestar sin necesidad de gastar energía en obtenerlos. De esta forma, los microorganismos facilitan a la planta la toma de nutrientes y, a su vez, liberan sustancias similares a las hormonas vegetales que promueven su crecimiento.
Tras varias pruebas, investigadores del área de ARQUIMEA Agrotech descubrieron que, combinando la capacidad de los microorganismos con un filtro solar, y restringiendo no solo el alimento del alga sino también impidiéndole realizar la fotosíntesis, conseguían eliminar y prevenir las algas que crecen en las balsas de riego de forma mucho más eficiente.
Y así es como nació hace apenas unos meses BIO100. Este algiestático elaborado a partir de compuestos 100% naturales tiene capacidad para eliminar y prevenir las algas que crecen en las balsas de riego de una forma sostenible: preservando el agua y sin dañar los cultivos ni los suelos agrícolas.